jueves, marzo 24, 2011

Clases de francés

Cuento corto.

Corría el tiempo en que el viento totalmente en contra me exfoliaba la piel, la playa estaba serena y mi bicicleta se oxidaba cada día mas a rayo del sol en aquel jardín con pasto perfecto y algunas plantas exóticas, aunque en este preciso instante supongo que debo empezar por el principio.

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Ya son años que me di la tarea de promocionar la venta de un terreno propiedad de yo diría el mejor amigo que ha tenido mi padre, dicho predio se sitúa a orillas del pacifico con colindancia a la majestuosa laguna de Coyuca, por un tiempo deje ahí en la web los datos y pues nunca me entere a ciencia cierta a quien y cuando se vendió por demás siempre fue una acción desinteresada que solo buscaba afianzar mas la amistad entre mi pa y su gran amigo.

Una mañana desperté con mucha sed y un calor que tenia una especie de sonido y tacto, el amigo de mi papá había llegado de visita a la casa un día antes y después de desayunar y como es costumbre salio la visita inesperada una pareja de franceses ya muy madura podríase pensar o asegurar que aquí en México ya serian jubilados, hablaron con los viejos mi papá y su amigo sin mas me dijeron sube al coche vamos a ver el terreno que era de mi amigo y ahora es de ellos.

Llegamos y al bajarme del auto sentí el clima un poco mas liviano pero el sol golpeaba tan fuerte que me arrincono a la primera sombra que vi, ya no era un terreno ahora había una casa tipo chalett modesta pero muy emblemática, los anfitriones nos invitaron a pasar, la platica se dio entre mayores y la señora delgada, amable y con unos ojos azules demasiado perfectos me miraba con un poco de pena ya que cuando saco unos limones de una bolsa estaban secos, pequeños y muy feos, le sonreí y acto seguido le pedí el carro a mi papá para regresar a casa, ya ahí corte limones, algunos plátanos que mi papá cuelga siempre de la palapa y algunas frutas tropicales mas, con todo en mano regrese a la playa y en dos bolsas le entregue a la señora una sorpresa fresca y desinteresada que desde luego sus ojos azules brillaron de tal forma que no pudo decir mas con un acento galo muy tenue, gracias........

Mi papá prometió regalarles dos palmas enanas y cuando fuimos a entregárselas como a la semana y media, les volvía a llevar limones y frutos, los señores recibieron con agrado la visita y en una platica de algunos minutos me reiteraron la atención de que si me podían servir en algo lo que fuera solo lo dijera.

Fue ahí que se me ocurrió algo que generalmente no me sale, les dije,
- ¿Me podrían enseñar francés?
Voltearon mutuamente y sonrieron al mismo tiempo de que la señora me decía.
- ¡Claro!
Entonces les dije.
- Yo les traigo dos veces por semana productos del campo y ustedes me dan clases de francés.

Fue así que la cosecha pasada tomaba mi bici con camino a la playa dos veces por semana y recibía a cambio de lo que cosechaba de mi trabajo muy buenas clases del idioma frances por dos gentiles amigos.


Germán Diego.

A Christiane y Phillip.

Merci.


2 comentarios:

NTQVCA dijo...

a été une bonne histoire courte!, baisers et des caresses ;)

GERMÁN DIEGO dijo...

Il n'ya pas de langue française est juste une histoire, des baisers et des caresses