miércoles, marzo 04, 2015

La hora.

Era la hora de la luna
Cuando mi mirada
Invadió la cruz
Que se asoma sobre las cupulas
Altas de la fé del pueblo.

Andaban las sombras de mis huellas por la luz de las estrellas que se asoman del brillo de tu cabello al viento.

Hablan de mi tus miradas verdes
Aceitunadas que corren como niñas jugando a ser mujeres.

El sendero donde las libertades dejan rastros marcados, sicatrizando la tierra con arrugas profundas en el corazón duro pero latiendo de la esperanza recobrada tan insólita, muda en nosotros.

Una partícula de polvo a contraluz de la luna se puede considerar un universo flotando entre lo imposible y las mágicas bulliciosas esperanzas de la felicidad humana.

Germán Diego.
México.

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